miércoles, 24 de septiembre de 2008

El patio de mi cárcel: tratado de las prisiones.

Profunda zanja es la cárcel, profunda zanja social y profunda zanja personal. “El patio de mi cárcel” es un descenso a esta sima con una potente luz que traspasa sus paredes y deja ver el interior de las cosas que allí habitan.

“El patio de mi cárcel” es la última película de la factoría “El Deseo”, en colaboración con Warner Bros. Pictures. Ayer tuvimos un preestreno para flipados de los blogs y ahora me toca escribir sobre ella. Sin embargo, no lo hago obligado, por compromiso, o para que me inviten más veces a ver películas nuevas; lo hago porque ésta, de verdad, merece ser recomendada.

El filme narra la vida de un grupo de presas que, a través de una funcionaria de prisiones, forman un grupo de teatro (la historia está inspirada en la compañía teatral “Yeses”, nacida en la cárcel de Yeserías, Madrid). Ésta no es la típica película cruda sobre la cárcel, que harto estamos ya de ver para que siempre nos cuenten lo mismo; pero tampoco es una visión edulcorada de la realidad carcelaria, aunque pueda parecerlo durante una pequeña parte al comienzo, la parte de obligada presentación de los personajes.

En realidad es una visión que, como decía más arriba, traspasa los muros de piel, los muros de carne, y nos deja ver el espíritu de las personas. Lo que encontramos dentro nos deja boquiabiertos; encontramos lo mismo que podríamos encontrar en las persona que se hallan al otro lado de los muros, los muros de piedra, los muros de la prisión: alegrías, tristezas, amores, desengaños, ternuras y violencias...

Pero también encontramos algo que, sin dejar de presentarse en las personas “libres”, en las personas recluidas pudiera hallarse amplificado; se trata de las prisiones interiores. Por ello mismo, la película podría constituir un espejo de esas prisiones en las que se encuentran encerrados los ciudadanos libres: presos en relaciones personales destructivas, presos de las drogas, presos de la costumbre, presos de su propia visión del mundo (que en un momento dado llega a destruirse). “El patio de mi cárcel” son muchos patios.

Una de las peores prisiones es la costumbre. Por un lado está, el acostumbrarse a la prisión, verla como algo normal; “en ese momento, estás perdida”, dice Isa, la protagonista, una luchadora, una rebelde contra la prisión exterior, pero que, al igual que las otras, ha encarcelado a su espíritu, en su caso, en el infierno de las drogas. Pero también están las costumbres convertidas en rutinas difíciles de romper y que suponen para Mar, la funcionaria encargada del grupo de teatro, un obstáculo a salvar.

Cada personaje, cada presa, posee su propia prisión interior, que al manifestarse o descubrirse al espectador, incluso cuando ya se conoce, mantiene a éste en estado de tensión, esperando una tragedia. El teatro presenta para ellas una evasión temporal.

En este aspecto, en manejar las emociones del espectador, la película es una pequeña obra maestra, ya que hace pasar de la alegría y la risa al llanto, de la calma a la tensión, en una especie de montaña rusa emocional. Por lo cual se hace verdaderamente amena, pudiendo haber durado mucho más tiempo sin cansarnos, es más, disfrutando, a pesar de la dureza de las historias que cuenta; disfrutando de un buen cine.

Y en fin, por lo que toca a cuestiones técnicas (interpretación, fotografía, etc.) ya sabéis que no entiendo ni papa; de modo que lo dejo a los expertos. Por lo demás ya os digo que se trata de una película altamente recomendable y que no podéis dejar de ver cuando se ponga en cartelera.

Besos.