martes, 6 de noviembre de 2007

Sobre la responsabilidad, la causalidad y el adulterio.

Como bien sabéis ando ahora haciendo un curso sobre "control de calidad", para reciclarme, expandir conocimientos, no caer en la zanja y esas cosas. Entre los contenidos del curso hay algunos dedicados a la comunicación, es decir, a la forma en que debemos o deberíamos explicar las cosas a los demás. Esto está muy relacionado con el nuevo concepto de "liderazgo" (por cierto, debería revisar los escritos de Carl Schmitt acerca del líder, seguramente los americanos le habrán copiado; ¿quién mejor que los nazis para hablar de esto?); también está relacionado con el "trabajo en grupo".

Pues bien, para trabajar estas cosillas hay muchos ejercicios y dinámicas grupales, entre ellas la que os voy a presentar. Se me ha ocurrido escribir sobre ella porque no es la primera vez que la hago: el año pasado estuve haciendo un curso para convertirme en "profesor de adultos" (por cierto, ¿os habéis fijado que la raíz de la palabra "adulto", adult-, es la misma que la de "adulterio", "adulterar", etc.? ¿Será porque de mayores perdemos la pureza de la infancia?), y también tuve que hacer esta dinámica. Consiste en debatir sobre un texto, un texto que trata de un tema candente y nos sitúa frente a un problema; el objetivo de la dinámica es ver cómo nos comportamos en grupo, cómo debatimos o discutimos, etc.; siempre hay un observador desde fuera. De modo que lo menos importante en la dinámica son los contenidos de la misma, la verdad del problema al que nos enfrentamos. Pero esto es algo de lo que adolecen prácticamente todas las técnicas de decisión en grupo importadas de Yanquilandia: en un ambiente laboral atenazado por los límites temporales (las prisas) hay que tomar decisiones, no hay tiempo para largas discusiones, de modo que al final se toman dichas decisiones por votación, obviando la verdad y/o la bondad de las opiniones.

Pero el problema que nos presenta esta dinámica en concreto me dio que pensar. Durante la dinámica sólo pude lanzar pequeñas ideas, retazos, que evidentemente fueron obviados por mis compañeros/as, aparte de ciertos improperios contra alguno de los personajes del texto (para caldear los ánimos). Lo que quiero exponer es mi propia reflexión sobre el asunto, una reflexión pausada, ajena a las prisas y al guirigay de una discusión grupal donde, además, pocos/as van/ven más allá de lo obvio.

El ejercicio es el siguiente:
“Una joven casada, poco atendida por su marido demasiado ocupado en sus negocios, se deja seducir y va a pasar la noche con su seductor en una casa situada al otro lado del río.

Para volver a casa al día siguiente, muy temprano, antes de que vuelva su marido que está de viaje, tiene que cruzar un puentecillo, pero un loco haciendo gestos amenazadores le impide el paso.

Corre entonces hacia un hombre que se dedica a pasar gente con su barca. Se monta, pero el barquero le pide el dinero del pasaje. Ella no tiene dinero y por más que pide y suplica el barquero se niega a pasarle si no le paga por adelantado.


Vuelve a casa de su amante y le pide dinero. El se niega sin darle explicaciones.

Se acuerda de un amigo soltero que vive en la misma orilla y que ha sentido por ella, desde siempre, un amor platónico aunque ella nunca cediera. Se lo cuenta todo y le pide dinero. También se niega, le ha decepcionado totalmente.


Entonces decide, tras una nueva tentativa en vano con el barquero, pasar el puente. El loco la mata.”


¿En qué grado son responsables de esta muerte los seis personajes? Ordénelos según su criterio del 1 al 6 por orden decreciente de responsabilidad:
- Esposa.
- Marido.
- Amante.

- Loco.

- Barquero.

- Amigo.

Piensa un poco, querido lector, en el ejercicio antes de continuar leyendo. Es más, haz el ejercicio.

Tic, tac...

Tic, tac...

¿Ya? ¿Has escrito en un papel los personajes por orden de responsabilidad? ¿No? Pues hazlo.

Vale, continúa. Pero antes piensa un momento si no te has dejado influir por la canción de los Reincidentes (la que suena, si no la oyes no hay problema).

Curiosamente casi todas las mujeres "liberadas" y/o liberales que suelen asistir a estos cursos del Servicio Regional de Empleo coinciden en asignar al marido el primer grado de responsabilidad. Y no sé a qué se debe esta decisión, si a una androfobia reprimida o a una confusión entre el orden de las causas y el orden de los principios (morales): el mayor responsable de la muerte no necesariamente ha de ser el primer responsable en la cadena de causas y efectos (cadena en la cual los efectos son causas de nuevos efectos).

Por lo pronto habría que distinguir en el asunto diversos tipos de responsabilidad: responsabilidad jurídica, responsabilidad moral, responsabilidad física o autoría. Entiendo que en el ejercicio se habla de responsabilidad moral, pues es el único tipo de responsabilidad que acaso pudiera trascender la cadena de hechos o causas-efectos. Es evidente que, respecto a la autoría material, el responsable es el loco en primer lugar y la propia víctima después. Lo cual no significa que exista responsabilidad moral (al menos por parte del loco), ni mucho menos responsabilidad jurídica, aunque esto también depende del tipo de loco de que estemos hablando: efectivamente; podemos deducir del texto
("...haciendo gestos amenazadores...") que se trata de un psicótico (esquizofrénico, bipolar...), alguien que no está en sus cabales, alguien que, aun no siendo responsable moral, ha de ser internado en un hospital siguiendo una dieta de litio o haloperidol; pero también podría tratarse de un psicópata, en cuyo caso sí sería moral y jurídicamente responsable, pues estas personas saben perfectamente lo que hacen (no obstante existen debates acerca de si son o no enfermos, en la medida en que son incapaces de sentir el menor remordimiento por sus acciones, son incapaces de ponerse en el lugar de sus víctimas, de imaginarse el dolor ajeno).

La mujer sería la segunda responsable ya que cruza el puente a sabiendas de que corre peligro.
La responsabilidad jurídica y la autoría material se acabaría aquí: ningún juez inculparía al barquero por no pasarla gratis al otro lado, ni a su amante o a su amigo por no prestarle dinero.

Es cuando hablamos de responsabilidad moral cuando podríamos empezar a remontar la cadena de causas y efectos y, en función de una determinada escala de valores asignar el nivel de responsabilidad a cada personaje. Cada personaje representa un concepto y un tipo de comportamiento:
--el marido representa el matrimonio y las funciones que ello conlleva, entre ellas las relativas al sexo y al amor (funciones que, según el texto, no cumple);
--el amante representa el puro sexo y, hombre, entre los comportamientos que se esperan de un/a amante está el de agradecimiento y ayuda en un caso semejante (aunque también dependería de lo que hubiera ocurrido en la cama, pero como no está en el sumario, suponemos que todo fue bien);
--lo que se espera de la amistad es, por supuesto, la ayuda en caso de necesidad, ayuda que es denegada en este asunto, aunque, ¿hasta qué punto se trata de un auténtico amigo si de por medio ha existido otro tipo de intereses? ¿no se trata de un "amigo" despechado y celoso? ¿no le disculpan esos celos y ese despecho?
--por último está el barquero, que representa los negocios y no posee ningún vínculo de tipo emocional con la finada, salvo los que correspondería a cualquier persona solicitada de ayuda.

En este punto se nos presenta una pequeña objeción: en el texto nada se dice de que la mujer cuente al barquero su situación (el loco, las prisas, su infidelidad...), tampoco se dice que le cuente lo del loco al amante; solo se dice que a éste le pide dinero y al otro que le pase el río, lo demás debemos inferirlo, aunque quizá sea demasiado inferir. Ahora bien, si lo inferimos colocamos a todos los personajes en igualdad de condiciones y nos quedaríamos simplemente con la escala de valores para juzgar el grado de responsabilidad moral.

O quizá no. Quizá haya que sopesar otro aspecto del asunto que ya antes he apuntado, la cadena de causas y efectos, de modo que tengamos en cuenta los diferentes vínculos conceptuales entre causalidad y responsabilidad. El primer tipo de vínculo establecería una relación inversamente proporcional entre el orden de la causa dentro de la cadena y el grado de responsabilidad, de modo que el mayor responsable sería el loco y el menor el marido. La virtud de esta concepción está en que puede combinarse con la escala de valores, de modo que ante un eventual "empate" entre valores, por ejemplo entre la "amistad descafeinada por los celos y el despecho" y el sexo puro, cupiera asignar el grado de responsabilidad en función de la proximidad causal (y temporal) al fatal desenlace; así tendríamos que sería más responsable el amigo que el amante.

El segundo posible vínculo conceptual entre causalidad y responsabilidad establecería la relación inversa, otorgando la mayor responsabilidad al primer causante, al que pone en movimiento la cadena de causas y efectos, si bien pienso que se trata de una relación bastante tendenciosa no exenta de una valoración previa, pues parece evidente que cuanto más alejado se esté (dentro de la cadena) respecto del último efecto, menos causante se es de él, ya que se sospecha algo de lo que viene a continuación.

El tercer vínculo entre la cadena de causas y los grados de responsabilidad necesita de un nexo conceptual: la libertad de los agentes. Y es que, ahora sí, es totalmente evidente que una cadena de causas y efectos como la presentada no es igual a la cadena causal representada por una fila de fichas de dominó puestas de canto donde la caida de una es causa de la caída de la siguiente y, por lo tanto, la caída de la primera es causa directa de la caída de la ficha final. En el caso de las fichas de dominó existe una causalidad mecánica, no así en los casos en que intervengan personas, a las cuales se les supone cierto grado de libertad. De este modo la dejadez del marido no sería causa directa del adulterio de la esposa, sino, al menos, causa conjunta (con-causa) con los deseos y necesidades lúbricas de la mujer. Ahora bien, ¿por qué ese amante y no otro que viviera en su mismo lado de la ciudad? La pregunta no es ociosa, aunque ni tengamos ni nos importe la respuesta, pues lo importante es que nos pone sobre la pista de que existirían multitud de con-causas que llevarían de un hecho al siguiente y, por lo tanto, no sería posible asignar responsabilidades a personajes que no se encuentren en el mismo lugar del crimen, ya que, en función de que las con-causas hubieran sido otras los acontecimientos podrían haberse desarrollado de muy otro modo: la mujer podría haber salido de casa con dinero, podría haber seducido al barquero para que la pasara, podría haber afrontado la situación de llegar a casa tras la salida del sol sin aventurarse a cruzar el puente con el loco suelto... Desde luego, en cada uno de los eslabones causales, la mujer posee parte de responsabilidad, es más, es el auténtico nexo entre un eslabón y otro, de manera que no sería difícil concluir que la principal responsable de su muerte es ella misma. Los demás personajes serán responsables de algo, sí, pero no de la muerte (salvo el loco, que también habría de ser estudiado aparte): el marido será responsable o culpable de dejadez matrimonial, el barquero será culpable de falta de compasión (aunque el negocio es el negocio), el amante será culpable de ingratitud, el "amigo" es en realidad un ser vengativo movido por los celos y el despecho. Si hubiera que juzgar a dichos personajes habría que hacerlo en función de los hechos de los que son responsables: dejadez, no cruzarla el río y no darle o dejarle dinero; pero no de los hechos subsiguientes, entre ellos el último, la muerte de la mujer. Es más, como ya he dicho, el auténtico nexo causal entre un hecho y otro es la propia mujer, la cual posee una finalidad, un objetivo, que la guía a través de toda la historia: satisfacer sus necesidades y que el marido no se entere. No en vano, muchos y muchas de las personas a las que se les propone el ejercicio acaban concluyendo, haciendo gala de cierto conocimiento de la justicia cósmica o divina, "se lo tenía merecido, se lo andaba buscando".

Bien, al margen de las reacciones machistas o feministas que el ejercicio pueda suscitar, lo importante es destacar esa relación conceptual entre la causalidad y la responsabilidad, tener en cuenta el concepto de con-causa y distinguir entre la causalidad mecánica y aquella en la que intervienen agentes libres (sin entrar en la problemática que supondrían los sistemas caóticos); también es importante distinguir distintas acepciones de "responsabilidad".